29 mar 2012

Mi experiencia en ProRanch...


Entrar la tienda de “Pro Ranch” con el propósito de recolectar datos lingüísticos sobre la “s” plural me provocaba cierta ansiedad, tal como cada actividad de análisis de esta clase.  Es difícil porque uno nunca quiere sentirse raro ante la gente.  Entré, agarré una canasta y fingí mirar los productos. 

La ansiedad ante el proyecto desapareció después de pedir ayuda de la primera persona, un hombre que me dijo como se llaman los hot dogs en español.  El empleado que me ayudó fue muy amable y cuando me di cuenta que el trabajo de ellos es ser amable me tranquilicé.

Hubo muchos productos en la tienda que solían estar en ingles, entonces aproveché de esto y inventé un dialogo para acercarme y obtener datos de los empleados.  Quería hablar en una manera natural con los empleados, entonces les decía que era maestra de español, que estamos en el capitulo de comida, y que mis estudiantes me habían estado preguntando que “cosas raras” que no sabía como se dicen en español.  Escogí cosas que pensé que no eran culturalmente mexicano o latinoamericano, como gummy bears y biscuits, o cosas que tienen nombres muy variables en español, como agua gaseoso. 

Mi plan funcionó muy bien porque provocó conversación muy natural con los empleados.  Ellos se dieron cuenta de que pudieron conversar conmigo.  Aun después de recolectar mis datos los empleados hablaban conmigo de varias cosas, por ejemplo compartían conmigo de su lugar de origen. Las conversaciones me dejó evaluar su manera de hablar y destacar la presencia de la “s” plural. 

Desafortunadamente en la recolección de datos no hubo mucha variación lingüística, como todos los participantes pronuncian la “s” plural, pero creo que era una representación correcta del demográfico que buscábamos estudiar.   

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