Últimamente he estado pensando en los
indígenas mexicanos que no hablan el español y vienen a trabajar a este país
sin poder comunicarse en su lengua. He leído algunos artículos y noticias
recientes que encuentro sumamente interesantes. Como es de esperarse, en los campos de las
regiones agrícolas de estados como California, estos indígenas constituyen el capa
social más bajo de la fuerza de trabajo. Esto no se debe únicamente al ser desfavorecidos
por su situación indocumentada o por la enorme barrera del idioma, sino también
por la racialización de los jornaleros indígenas. Estos están expuestos a una
estigmatización y desvalorización irracional por parte de diferentes grupos.
Uno de los artículos que leí lleva por
nombre “Los circuitos
del capital agrícola y las migraciones indígenas” de María Dolores París Pombo y me preció interesante que la
autora mencionara algunas formas de refugio a estas situaciones. Se dice que
ellos lo hacen por medio de la formación de organizaciones de indígenas
originarios de diversas etnias y de múltiples comunidades mexicanas. La
discriminación racista que sufren, tanto en México como en Estados Unidos, los conduce
a una revaloración de la identidad étnica, a nuevas formas de identificación. Estos
indígenas tienden a entrelazar vínculos de solidaridad y buscan maneras de
resistencia y formas múltiples de colaboración. Este desarrollo de la
conciencia étnica se da a través de una reproducción y revaloración de las
tradiciones y del bagaje simbólico de los migrantes indígenas en ciertos
estados (EU). Por ejemplo, en California existen diversas organizaciones que
celebran así eventos religiosos, culturales públicos como procesiones y misas
en honor al Santo Patrón, o festivales de danza y música como la Guelaguetza, estaciones de radio en
diferentes lenguas indígenas. También existen organizaciones, talleres culturales y de
derechos humanos, cursos para intérpretes de diferentes lenguas indígenas, etc.
Me pareció interesante que en este
articulo no se presente solamente una parte de la situación. El autor apunta
que, puesto que cualquier proceso no se da sin vaivenes ni contradicciones, en la
migración de estos indígenas también se genera un desarraigo cultural, un
procesos de desintegración en las segundas generaciones de estos migrantes. Señala
que entre los más jóvenes se comienzan a notar formas de identificación
relacionadas a la adopción de símbolos y modelos de consumo norteamericanos.
Algunos ejemplos que menciona son: la música rap o hip hop, uso de gorras y
camisetas de básquetbol, pantalones anchos hasta la rodilla, minifaldas, etc.
La influencia de los medios resulta avasalladora en algunas ciudades y compite
con los símbolos y valores transmitidos por los adultos, llegando a crear
situaciones de enfrentamiento entre primeras generaciones que intentan
preservar su cultura y las segundas generaciones que “automáticamente” se
van adaptando a la nueva sociedad.
Artículo
Otra de las cosas que me pareció
importante en esta información que he encontrado acerca de los indígenas y la
migración a Estados Unidos es una nota en una pagina de noticias de Tlaxcala: “Los indígenas ahora prefieren hablar inglés que conservar
tradiciones.” Esta noticia
esta basada en una ardua investigación que ha realizado con mucho éxito Eva
Hortensia Cházaro. Se menciona que una gran cantidad de habitantes vienen a
Estados Unidos y al regresar, ya traen consigo un concepto totalmente distinto,
llegan con la idea de enseñar el inglés (herramienta para el progreso) porque
continúan con el deseo de regresar a Estados Unidos. Me parece interesante que
se toque el tema del miedo a perder la costumbres y tradiciones que significaría
una perdida de identidad en estos pueblos indígenas porque estamos hablando de
un grupo de estudiantes que no han abandonado su lugar de origen pero que si
están expuestos a un cambio dentro de este lugar.
Noticia
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